martes, 8 de septiembre de 2009

VIAJE


Tras la espera, subo.
Veo el trono, triunfal; pero nada es gratis.
Me siento y percibo que es tan poco cómodo como lo es a la vista.
Refunfuño, esperando que el camino se emprenda, que el viaje comience.
Siento por fin el movimiento y oculto los cristalinos ojos tristes tras el flequillo.
Se suman más y más gente al viaje.
Hasta que alguien se posa a mi lado, silencioso, con su cara en la penumbra; la imagen se repite una y otra vez, como una hilera.
La luz del sol, con sus rayos más finos que alfileres, atraviesa el vidrio empañado.
Sonrío. Por esa luz de vida; por ella, luz hermosa, sonrío.
Sonrisa poderosa. Sonrisa en armonía, en contraste con el ambiente. Una sonrisa despierta confianza; y los ojos se dejan ver, y se tornan más vivaces.
La persona de al lado siente el poder, la atracción, lo que la saca dela penumbra.
Y comienza la charla. Dialogo casual de dos personas iluminadas por la misma luz, que proyectan diversas sombras.
Mi destino es más cercano y debo salir de ese sendero; quedando un finísimo lazo invisible entre ambos.
Me levanto y abro el paso entre todos los cuerpos humanos comprimidos y despellejados por el frio.
¡Aire libre, por fin!
Otro día más, otro viaje en bondi…